Una aguerrida tropa de biólogos se afana por encontrar alzacolas, un pequeño paseriforme catalogado como especie en peligro de extinción en el Libro Rojo de las Aves de España. Se trata de estimar la población local de alzacola mediante transectos y estaciones de escucha. Montan redes para atrapar aves y anillarlas; ¿de dónde vienen? ¿adónde irán? La severidad del verano no les echa para atrás; con paciencia recorren barbechos y eriales, tierras de cultivo. Llevan parte de sus ropajes saharianos, los mismos prismáticos. La misma mochililla con los apechusques necesarios.
Alzacolas (Cercotrichas galactotes)
Son parte de Harmusch, el indómito grupúsculo al acecho de fauna, de vuelta al familiar monte mediterráneo. Ángel, Migue, Bego y Javi, comandados por Inma, van dando forma a otro de esos proyectos que buscan fondos y le sobra entusiasmo, otro de esos proyectos tan necesario que, a pesar de no rascar nada, sigue su curso.
Colocando redes en un viñedo
Mientras tanto, el Indio bucea por las selvas americanas. Desde hace un año anda exiliado por tierras de Ecuador, país que le ha acogido con los brazos abiertos por medio del programa Prometeo. En calidad de profesor invitado de la Universidad Católica del Ecuador, forma parte de un proyecto de investigación liderado por el Dr. Santiago Espinosa, experto en jaguares.
El océano forestal. Selva amazónica en Pastaza (Ecuador)
Se trata de investigar los conflictos entre ganaderos y grandes felinos (jaguares y pumas) en los entornos del Parque Nacional de Yasuní y de la Reserva de Producción de Fauna de Cuyaveno, ubicados en pleno Alto Amazonas, la zona más biodiversa del Planeta. Recientemente se han ampliado los horizontes del proyecto, con lo que ha podido confraternizar con la comunidad de Sharamensta, trabajando mano a mano con estos bravos indígenas, conocidos antaño por la costumbre de reducir las cabezas de sus enemigos. El Indio rodeado de indios.
El Indio et al.
Ha desarrollado un intenso trabajo de campo que, entre otras faenas, ha consistido en desplegar por la selva varios bloques de foto-trampeo, de 30 cámaras-trampa cada uno, lo que ha sumado un pateo acumulado, nada despreciable, de 300 km en busca de rastrear jaguares y pumas. El objetivo fue establecer la situación de sendas especies y sus presas asociadas: tapires, pecaríes, venados, pacas, agutíes, armadillos, etc. Desde Quito, tras sacudirse el cansancio, rascarse las picaduras y poner en orden la información que va recolectando, nos cuenta (a través del whatsapp) detalles de una experiencia única, como cabe esperar en semejante entorno. Ha caminado por bosques primarios inalterados llenos de una vida mega-diversa. Las fotos que adjunta nos hacen salivar:
Estaciones de fototrampeo en las que han “caído” jaguares y tapires
La jungla es un medio muy duro, por las condiciones climáticas extremas, las dificultades de desplazamiento y la legión de bichos cuya principal tarea es hacerte la vida imposible. No en vano, estuvo una semana hospitalizado con malaria, otro recuerdo para toda la vida. En el corazón se lleva todas las vivencias compartidas con tan buena gente. Y en el hígado el Plasmodium vivax, enquistado para siempre.
Nos adiestramos en el fototrampeo. Juanma y Javi Herrera, no paran de probar opciones y disfrutar con la fauna local. Si uno se va hasta el quinto infierno para ver qué hay, parece lógico conocer los alrededores de tu casa. Desde abril de 2015 Juanma se ha propuesto hacer un inventario de carnívoros en la parte de la cuenca del río Tinto, una de las zonas mejor conservadas del bosque mediterráneo. Se trata de una zona muy abrupta y salvaje que ha mantenido lobos hasta principios de los años 90.
Juanma colocando una cámara trampa que, como podemos apreciar, da sus frutos.
Javi Herrera sobrevive como un ermitaño en Grazalema. Su idea es actualizar el estado de la fauna de cierto porte, medianos y grandes mamíferos, en el Parque. De paso quiere comprobar si hay especies invasoras, como mapaches y cerdos vietnamitas, una nueva amenaza de los tiempos de la globalización.
Javier Herrera entre la hojarasca, preparándose para sorprender a un corzo. Lo consiguió.
En ambos casos hay un objetivo transversal que entronca con otra de las investigaciones del Indio, reunir datos sobre el estatus del gato montés en el sur peninsular. Toda fotocaptura tiene un propósito.
¿Quién descubre a quién?
El Ninja se dedica a radiomarcar y anillar pollos de águila real en el marco de un proyecto autofianciado de Wildersouth. Y Emil, nuestro hombre en California, parece que no lo pasa mal entre pumas y lobos.
Lo que hace Papá Noel mientras llega la hora de irse con los renos.
Mientras tanto, presentamos en congresos los hallazgos de otros viajes. Mascamos datos que han de alimentar futuras publicaciones. Damos a conocer nuestra primera obra, un libro que mezcla aventura y ciencia. Esperamos meses a que se resuelvan convocatorias, nos digan si nos aceptan o no artículos a los que ya hemos dado muchas vueltas. Sí, buena parte del tiempo se gasta en esperas. Y en difundir al grupo por dónde van los tiros.
El Indio, desde Ecuador, y los dos Javis se parten el pecho haciendo contactos y redactando propuestas. Salva hace pruebas con los drones, un artefacto al que parece que le podemos sacar partido; a la par, su labor divulgativa en redes sociales parece que poco a poco nos va haciendo más visibles. De paso se descuelga por acantilados, jugándose el tipo, con un trasiego de pollos de águila perdicera, de arriba para abajo. Estos «rescates» (dentro del proyecto de conservación Life Bonelli) se han llevado a cabo por toda Andalucía, con el fin de reintroducir pollos en lugares como Mallorca y Alava.
Gerardo aprovecha sus escasos y preciados momentos de asueto para mantener a tono su puntería con los prismáticos. La crianza le resta opciones de pisar el campo, pero se ha procurado un patio de recreo muy particular, uno con linces. Así que en cuanto puede se lanza a caminar y otea el horizonte. Para un excelso buscador de gatos no es mal premio ver con frecuencia al felino más amenazado de todos, a nuestro lince ibérico.
Lince ibérico
Mientras tanto, me dedico a escribir en diversos frentes. Se trata de echar semillas a ver si alguna germina. Después de seis meses de trabajo intenso, por fin he terminado el libro Desertificación y desiertos, que supuestamente publicará el CSIC en su colección ‘¿Qué sabemos de?’ Sigo con mi particular Teoría del Limbo y la redacción de posts para una variopinta colección de blogs me lleva a recordar las implicaciones de ser escritor: no iba a ser fácil.
De vez en cuando el Sahara manda alguna bocanada de aire cálido y polvoriento hacia Europa, para que sepamos que allí sigue. Transcurre el verano y el solazo calcina las rutas que nos gusta seguir en el dulce invierno sahariano. Mientras tanto cada uno busca su sombra, lugares figurados y también reales en los que aguardar a que llegue nuestro momento.
Muy interesante