Archivo de la categoría: Relatos

Relatos variados, introspectivos, historias basadas en hechos que ya no sé si son reales

La cabaña

En un pequeño claro, en el collado que hace de divisoria de aguas, un refugio de tablones claveteados y mal encajados, por las que se cuela el humo, da tregua y reconforta al viajero de estas lejanas montañas del Kanchenjunga. Los troncos apilados en sus paredes prometen lumbre. Al viajero le parece bien el descanso, una taza caliente de algo; viene empapado. Las nieblas perpetuas que envuelven estos bosques de rododendros, unidas a las frecuentes lluvias, explican los caudalosos ríos que recorren el fondo de los profundos valles; y que el viajero esté calado hasta los huesos. >>seguir leyendo

La Isla del Aire

Me cautiva el estudio de Alfon. Las paredes tapizadas con diversas obras pictóricas, muchas de su autoría. Libros de gran formato con ilustraciones. Discos de jazz que guardan turno para sonar en el aparato de música y así inundar la estancia con un rumor aterciopelado. Una luz tenue en la que destaca la mesa de estudio colmada de botes con rotuladores, lápices, estilográficas y cualquier objeto diseñado para pintar y dibujar. Un surtido variado de material de papelería, en un orden caótico, arropa al creador de mundos gráficos. >>seguir leyendo

Las palmeras

Ha pasado su vida laboral, es decir, prácticamente su vida, en un edificio destartalado que habían prometido rehabilitar cuando hizo las oposiciones de funcionario. Hace años de aquello, y todavía utiliza la tercera persona del plural, ellos, para referirse a autorías enigmáticas, a anónimos ejecutores.

Esta actitud, en Ramón, no desentona cuando achaca al Gobierno o a la tele (los dos productores de verdades, en ausencia de Dios, más reputados de nuestra era) hechos de los que uno solo puede ser testigo impotente, nunca partícipe: «Han dicho que este verano va a ser caluroso». «Dicen que el paro ya no va a subir más». «Van a abrir un aeropuerto en Morata de Tajuña, dicen que será muy rentable». Cosas contra las que no se puede combatir; irrefutables. >>seguir leyendo

El Libro de Harmusch

La Teoría del Limbo había alcanzado un punto de madurez que no hacía sino saborear, aunque de vez en cuando me encontraba tropezones que no eran de mi gusto. Imprimía los capítulos uno a uno y los iba retocando y puliendo. Golpe a golpe, palabra a palabra. Los puntos flacos me llevaban a replantearme la extensión de algunos pasajes y a cuidar la transversalidad del texto, para que la coherencia temporal y la reaparición de personajes clave diese esa sensación de veracidad que persigue una ficción. >>seguir leyendo

Refugiados

Cuando era niño (más que ahora) me costaba comprender algunas situaciones a las que veía una solución sencilla. Se unía a esta incomprensión el hecho de asumir que lo contemporáneo, lo actual, está siempre por encima del pasado, es mejor. Que nosotros y nuestros coetáneos sabemos mucho más que nuestros antepasados y que ellos, los pobres, hacían lo que podían por sobrevivir. Quizás esto último se explique por la huella que imprime la evolución, vocablo que nos lleva a colegir que la última versión es la mejor. >>seguir leyendo

En Agosto

En agosto es difícil descansar. Un calorazo incómodo, pagajoso te ralentiza. La costa, donde vivo, se llena de gente con ansias de desconectar. Se llenan los bares, no hay dónde aparcar. Todo se vuelve incómodo, bullanguero. No es lo mismo ir a tomar una paella cuando el restaurante sirve a cuatro mesas que cuando hay que solucionar cuarenta comandas. Se diluye la sustancia.

Te rodea una muchedumbre que ha venido con el firme propósito de relajarse y divertirse. Tratas de que tu rutina se mantenga imperturbable a las hordas de turistas, a la atmósfera calenturienta que todo lo impregna. Imaginen un oficinista que al entrar al ascensor, con su maletín, aspira los efluvios de crema del sol con sabor a coco. Queda incapacitado para todo el día. Los olores, esas moléculas evocadoras, capaces de movilizar a toda la red neuronal, te llevan del coco al espeto de sardinas. A continuación sientes las manos llenas de grasa. Estamos muy lejos del aroma del café mañanero. De poder actuar de una manera más o menos civilizada. >>seguir leyendo

Seguir escribiendo

Tras la publicación de mi tercer libro alguna gente me pregunta (se pregunta) que si esto de escribir va en serio o es un hobby y lo hago en ratillos libres.

Después de haber quemado las naves en el afán de hacerme novelista, de renunciar a una vida algo más previsible y segura, de encajar rechazos, negativas, críticas y miradas francamente dubitativas, después de que la inquietud me asalte en lo profundo de las madrugadas, creo que sí, que voy en serio.

Una seriedad que conviene matizar, puesto que la escritura, para mí, es una fuente de goce y divertimento. Incluso, si me apuran, se podría decir que escribir es lo que he venido a hacer en este mundo. Difícilmente podré aportar otra cosa. >>seguir leyendo

Con ganas de Norte. Arriondas

Aunque este es un viaje para explorar el futuro no deja de acecharme el pasado. Asturias tantas veces visitada. Asturias en la infancia era Miajo y con ello se abre el frasco de la esencias. Miajo era el mejor amigo de mi padre. Con Miajo viajó aquí y allá y puede que ese fuese el germen de mis viajes con amigos del alma.

Miajo evoca Arriondas, donde a él, a García-Dory, le dedicaron una plaza en homenaje al ecologista pionero, al defensor de la naturaleza, de tradiciones como la rapa das bestas. Miajo evoca el campo, Paroru, Toñín y les vaques. Miajo evoca una foto de mi padre que siempre fue guiando mis pasos. Sí, mi padre envuelto en un capote, nevando, una foto en la que no se le reconoce. Una foto de alguien que se mete en lo complicado. >>seguir leyendo

Con ganas de Norte. San Esteban

En San Esteban de Pravia encontramos un lugar tranquilo, con historias que contar y buenos restaurantes. San Esteban es poco conocido. Dejó de serlo cuando se hundió la siderurgia, cuando el carbón perdió la partida con otras materias primas. San Esteban era una urbe de primer orden. Aquí llegó la segunda línea de ferrocarril de España, con el cometido impepinable de llevar el carbón desde las Cuencas Mineras hasta un puerto fiable, libre de temporales. Ese carbón era esencial para nutrir los altos hornos del País Vasco. >>seguir leyendo

Con ganas de Norte. Muros de Nalón

Queda atravesar Castilla y sus castillos hasta topar con las montañas astures. El Sistema Central es solo un pálido reflejo de las tierras húmedas que nos aguardan tras la cordillera cantábrica.

Es cierto que el puerto del Pico, con sus campas verdes, y la mampostería de granito de las posadas y casonas que acompañan al viajero hasta el siguiente puerto, el de Menga, permiten rescatar sabores invernales. Pero también es cierto que Van Gogh sería feliz entre los campos amarillos que se despliegan por la meseta castellana. Campos de cereal recién segados. Paja cubicada. Un sol que agosta en julio. Aguiluchos y milanos al acecho de pequeñas presas a las que las cosechadoras les robaron el escondite en un santiamén. >>seguir leyendo