California Dreams. Toby & Co.

En América se produce un robo cada 11 segundos, un robo armado cada 65 segundos, un delito con violencia cada 25 segundos, un asesinato cada 24 minutos y 250 violaciones al día. Decía la voz en off de ‘Cobra’. Para posteriormente disparar al espectador a bocajarro. Esas palabras me llevaban acompañando años. Es la entradilla de una película comercial, violenta, en la que lo buenos se deshacen a tiros de los malos.

No es el mejor cine. Pero a mis hermanos y a mí nos gustaba memorizar frases sueltas de ésta y otras películas para luego colocarlas en situaciones comunes. Habíamos grabado en cintas VHS una selección, de lo que iban echando en la tele, que veíamos una y otra vez. Comando, Superdetective en Hollywood, Cocodrilo Dundee, la saga de Rocky. Cosas así. >>seguir leyendo

La velocidad de la luz, de JAVIER CERCAS

Quise creer que nos veríamos al día siguiente. Con diez años de menos me hubiese sorprendido la ausencia de su llamada. Incluso me lo hubiese tomado a mal. Tomamos unas cervezas la tarde anterior. Después de varios años de saber el uno del otro. De saber que los dos escribíamos y nos gustaba la literatura. Fue un encuentro distendido. Aunque con diez años de menos me hubiese preocupado contestar ‘no’ a tantas preguntas: ¿Has leído a Rilke? ¿Y a Goethe? Habrás ido a la exposición de Hopper. >>seguir leyendo

e-book

Después de unas cuantas malas decisiones, unas cuantas indecisiones, largos ratos de documentación y una dosis de suerte la versión e-book de Días de nada y rosas está en Amazon.

Al poco de terminar el proceso de envío encontré un blog en el que se describían muy bien los pasos a seguir para poner un libro en la red y en el que se decía algo que me pareció muy cierto: “Lo primero que voy a decir es que publicar un libro en Amazon lleva bastante trabajo.”

Partiendo de este consejo el resto de información que da el autor del blog es muy útil y precisa. Podría pensar que vaya casualidad, justo después de haberme enredado y perdido tantas veces ahora encuentro la receta. Sin embargo me parece que la explicación es otra. Era como en las clases de matemáticas o física, o cualquier otra materia que requiriese resolver problemas. El consejo del profesor era siempre el mismo: intenta hacerlo, no te limites a copiar la solución. No es lo mismo haberte enfrentado al problema, haberle buscado las vueltas aunque se hierre una y otra vez, que copiar, sin prestar atención, lo que pone en la pizarra. Verdaderamente se aprendía aunque no se hubiese sabido resolver el problema. >>seguir leyendo

Los cedrales de Azrou

Desde la ventanilla del coche de alquiler se ven improvisados partidos de fútbol. Se ve cómo la agricultura se adueña de los bosques. Se ven controles de velocidad y aves esteparias ajenas a los desmanes del ser humano.

La autovía llega hasta Rabat y sigue hasta el sur. Hasta Agadir. Es el camino para aquellas incursiones que tienen como objetivo encontrar especies raras. Hay otra autovía que va hasta Meknes. Aunque esta es de menor rango. La gente cruza aquí y allá. De vez en cuando hay una rotonda. Hasta Azrou, al sur de Meknes, no se tarda mucho más, aunque esta es ya una carretera de doble sentido. >>seguir leyendo

Una vuelta por el Rif

La carretera que da acceso al Mausoleo de Moulay Abdessalam se va empinando y estrechando. Hay una serie de puestecillos y pequeños sitios donde comer. Se venden frutos secos presentados de forma esmerada. Hay nueces y almendras. Y lo que parecen ser turrones. El Santuario tiene su interés. La panorámica que se tiene desde arriba es muy buena. Para llegar hasta allí hay que descalzarse. Pero lejos de resultar algo incómodo la experiencia es agradable. Paseamos entre las letanías que tíos con barbas dedican a Alá. El suelo está tapizado con planchas de corcho, sacadas de los alcornocales que atravesamos hace un rato. >>seguir leyendo

De Tánger a Larache

El Cabo Espartel es uno de los extremos de África. Lo dice el chófer del minibús. Por reseñar algo. Por hacer acopio de singularidades. Por hacernos creer que somos tipos afortunados al estar en lugares tan emblemáticos. El chófer va dando cuenta de los parajes que vamos atravesando. Nos dice, por ejemplo, el número de mezquitas que hay en Tánger. En la subida hacia el cabo, el sector chic de la ciudad, vamos viendo mansiones y casoplones. Orgulloso señala cual es la del rey Fah. Cual la de Kasogui. Dónde tuvo su residencia Juan de Borbón. >>seguir leyendo

Tánger

A Tánger llego con varias expectativas. Formadas a base de experiencias anteriores. Cosas que he leído o escuchado por ahí. Cosas que me han contado. Una se cumple. Efectivamente, la reunión es un rollo. Vacía, insípida. Uno se pregunta si no podría hacer algo mejor con su vida.

La otra expectativa no se cumple. Tánger no tiene nada que ver con esa ciudad cosmopolita que uno esperaba. No queda rastro de aquellos insignes personajes que se alojaron en sus hoteles. Tánger es otra megápolis africana que crece sin control. Ha pasado de 125.000 habitantes al millón y medio en una década. El puerto, la medina, la mellada fachada que da a Europa puede recordar a la decadencia de La Habana.  Casi romántica para el que no vive ahí. Pero cuando se entra al detalle, cuando se come varias veces el mismo pescado rebozado, cuando se comprueba que la ciudad ha crecido como un tumor hacia el interior y que los desagües vierten al mar directamente, a no ser que rebosen y antes perfumen las calles, entonces queda claro que ese encanto de ciudad internacional se ha evaporado sin remedio. Tánger se ve en medio día. Y los alrededores, si acaso, en otro medio. Para comer ‘pescaito’ mejor quedarse en Málaga o Cádiz. Allí, además, se puede acompañar como Dios manda y Alá prohíbe. Con cerveza o Barbadillo. >>seguir leyendo

El patio de tu casa

En otoño ya han empezado las clases. La algarabía de los niños puede escucharse en los barrios solo durante algunas horas. Las que van desde la salida de los colegios hasta que se va la luz.

El otoño avanza, y ese espacio de asueto se va reduciendo.

Los patios guardan esos gritos. Las disputas. Los brotes de entusiasmo. Antes de la merienda. Se improvisan porterías. Se extienden cuerdas. Se arrinconan las pesadas mochilas, colmadas de libros y tareas.

Se pacta, se acuerda, se prometen fidelidades. Se jerarquiza. >>seguir leyendo

Anzuelos en el océano

Los pescadores van ocupando la línea de costa según declina el día. Allí plantan sus cañas y ven pasar el tiempo. Llevan cajas de herramientas que han adaptado a su afición favorita. Tan favorita que casi es más que una afición. Pero que no llega a ser una profesión porque entonces se corrompería.

Una afición debe llegar a ser el leitmotiv de la vida de uno, al menos durante un tiempo. Aunque, por su esencia, no puede llegar a convertirse en una ocupación laboral. En ese caso la afición se arruina y hay que buscar otra. Se deja de disfrutar para cumplir con los compromisos y acuerdos laborales. Con las vacaciones, los puentes. Se empieza a esquivar su realización. Pierde frescura y aparecen las preocupaciones. Esto lo cuenta muy bien G.K. Chesterton en su autobiografía, en uno de los primeros capítulos. >>seguir leyendo

Juan Belmonte, matador de toros de MANUEL CHAVES NOGALES

Nunca pude imaginar que un libro relacionado con el mundo de los toros me pudiese interesar. Pero la biografía de Belmonte, narrada en primera persona por Manuel Chaves Nogales, es un libro magistral.

El periodista sevillano tiene un estilo narrativo que resulta magnético. Dueño de un vocabulario amplio, utiliza frases cortas, sencillas, que dotan el relato de fluidez. No radica en la estructura el poder del relato. Ni en la intriga. La clave es la simplicidad.

Por supuesto que el material con el que trabaja es muy jugoso. Pero cuántas veces con buena materia prima se malogran libros. Por ejemplo Jon Lee Anderson queda lejísimos de Kapuscinski en su reciente La herencia colonial y otras maldiciones, y los argumentos de partida eran magníficos. >>seguir leyendo

El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.