Si algo muestra este libro es que la guerra es un despropósito, y una guerra civil –que es un enfrentamiento fratricida- es el despropósito de los despropósitos. Tanto que, como reflejan muy bien las historias de este libro, la guerra se convierte en una caricatura, y no te ríes a mandíbula batiente por respeto a los cientos de miles de muertos (una sensación parecida al ver La vida es bella, de Roberto Benigni).
Una de tantas injusticias resultantes de la Guerra Civil Española (¿en mayúsculas?) fue el destierro del periodista sevillano Chaves Nogales que murió en Londres en 1941. Por supuesto fue tachado de rojo revolucionario, una afirmación que nada tiene que ver con lo que él mismo escribió en el prólogo de este libro: