Un libro muy divertido que cuenta las andanzas de un antropólogo en plena selva africana tratando de estudiar a la tribu de los dowayo. No puedo dejar de citar al propio autor –hay muchas para enmarcar- para mostrar el tono de la novela y los objetivos que persigue. Dice así cuando acude a la embajada camerunesa a pedir el visado de entrada al país: “La principal dificultad reside […] en explicar por qué el gobierno británico considera provechoso pagar a sus jóvenes súbditos cantidades bastante importantes de dinero para que se vayan a zonas desoladas del mundo con el supuesto cometido de estudiar pueblos que en el país son famosos por su ignorancia y atraso. ¿Cómo era posible que semejantes estudios fueran rentables? Evidentemente, había algún tipo de propósito oculto. El espionaje, la búsqueda de yacimientos minerales o el contrabando habían de ser el verdadero motivo. La única esperanza que le queda a uno es hacerse pasar por un idiota inofensivo que no sabe nada de nada”.