Tuve que ir al dentista. Otra vez. Mira que al despedirme del doctor la última vez quedamos en que no me verían por allí hasta la limpieza bucal, que es en diciembre, justo antes de las Navidades. Para afrontar las comilonas y los encuentros familiares libres de sarro, aunque, si te digo la verdad, los dientes empiezan a amarillear o ‘marfilear’ más bien rápido. En dos semanas comienza a borrarse el recuerdo inmaculado de los ultrasonidos cincelando el esmalte. Antes, tras cada limpieza, me costaba retomar las pipas, las pipas de fumar digo, pero he ido venciendo esa resistencia y como sé que el resultado final va a ser que los dientes se vuelvan amarillos nicotínicos dejé de condicionar el jodío fumeque a la limpieza bucal.