El paseo marítimo lleno de gente. Tenderetes que ofrecen baratijas, chucherías.
Todo más sucio. Papeles. Manchas de grasa. Olor a fritanga.
Salir a tirar la basura sin camiseta. En plan hortera.
Ruido hasta las tantas. Que se cuela por las ventanas abiertas. Como se cuela el sonido de los grillos.
Noches en vela. Enredado en el empapado amasijo de sábanas.
Me tumbo sobre las baldosas frescas para encontrar un rato de sueño.
La universidad vacía. Sobrevive el Romera. Especialidad en paella con caracoles. Clientela escasa que sale de edificios enormes, con aspecto de hangar abandonado. Un personal mínimo que les mantiene las constantes vitales.