No ha amanecido aún. Pero nos ponemos las botas. Trabajosamente. La tienda está como una tabla. Del hielo. Los frontales levantan estrellitas al chocar contra el doble techo. Abrimos las cremalleras. Metemos los pies calentitos en las botas congeladas. Es complicado atarse las botas sentado en el suelo. Es complicado sobre todo ponerse de pie desde esa posición, procurando colar por el hueco abierto. A esta hora, con este frío, cualquier cosa es complicada.
El plan es intentar ver el puma de nuevo, confiando en que haya vuelto al corral o esté merodeando por los alrededores. Así que nos vamos a apostar frente a la cabaña del pastor y después, cuando salga el sol y el pastor, iremos tomando altura para prospectar el valle desde arriba, intentando ganar la máxima altura posible. Nos servirá de entrenamiento pero también para ver hasta dónde llega el gato.