Andrés es un excelente recomendador de libros. Cuando a uno le gusta leer, este tipo de informadores, los que leen mucho y tienen un gusto parecido, le pueden salvar a uno más de un verano, incluso de una depresión [1]. Aparte de Inés y de Silvius, que siempre me nutrieron de buenas lecturas, Mr. Andrew ─que incluso montó un Club de Lectura─ me ha abierto los ojos en más de una ocasión. Recuerdo cosas memorables como Insensatez, de un hasta entonces desconocido, para mí, escritor salvadoreño, Horacio Castellanos-Moya, o Argos el ciego, una exquisita evocación del amor. Hubo un libro que me resistía a leer. «¿No leíste Beatus Ille? ─me dijo con cara de sorpresa─. No, no puede ser. Tenés que leerlo. Hacéme caso». Y era tal su insistencia, su manera de presentarlo, que al final cedí.