Toda la vida escuchando en la radio el atasco eterno del nudo de Manoteras. Nombre castizo donde los haya. Castellano sin paliativos. Manoteras.
Los Moragones eran una de esas familias buque insignia del barrio, de la barriada, a las afueras de Madrid. Competitivos, descarnados, chulos y provocadores. Chavalitos al mando del equipo de futbito que ganaba aquellas copas enormes con las que se decoraban las fiestas del barrio. También había baile y orquesta. Y campeonato de mus. Los Moragones acaparaban trofeos y fama. Espoleaba su orgullo, afianzaba la forma de hacer las cosas. Eran unos supervivientes que supieron hacerse un hueco en la capital.