Los aviones de los americanos hacían pruebas con aviones de guerra en los cielos de Almería. Pues no habrá otro sitio. Ensayaban el repostaje en vuelo. Hasta que algo falló y cayeron dos aviones. Y con él cuatro bombas termonucleares en Palomares. No es el primer experimento en tierras almerienses. En 1957 el Instituto Nacional de Colonización pone en práctica una técnica de cultivo que promete ser revolucionaria, el enarenado. Básicamente se trata de aprovechar la gran cantidad de luz disponible en las zonas más meridionales de España y su buena temperatura a lo largo del año para cultivar de manera casi artificial, obviando la mala calidad de los suelos y la crónica falta de agua. Los invernaderos son un invento almeriense[1], que se ha mostrado tan rentable como depredador de recursos hídricos. No queda ahí la cosa. La Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC se originó como un instituto dedicado a investigar las propiedades y aplicaciones del higo chumbo (aunque lo parezca no es una tira de Mortadelo y Filemón, ni está implicado el profesor Bacterio). De ahí que sus actuales moradores se refieran a la EEZA (nombre impronunciable y demasiado aséptico, parece un medicamento) como ‘El Chumbo’.