Aparece Mount Shasta en el horizonte y se diluye esa atmósfera de infortunio que nos rodeaba. Han sido varias horas de conducción por la interestatal. Aprendiendo a moverse por un nuevo terreno. Las gasolineras. Los restaurantes de carretera. Los límites de velocidad.
Mount Shasta es un volcán de 4.300 metros. Al lado tiene al Shastina, con un cráter menos conspicuo, asentado sobre una plataforma, lo que sugiere una explosión en el pasado que se llevó por delante al edificio original.
Mount Shasta es también el nombre del pueblecito situado al pie del volcán. Nos perdemos unas cuantas veces y por fin damos con una caseta de información. Encontramos un camping junto al lago Siskiyou. Recorremos carreteras secundarias. Vamos despacio, dudando en cada cruce, censando los comercios y servicios que hay. Pasar de ese estado acomplejado, en el que todo impone, a saludar a la gente con cierta familiaridad y saber dónde están las cosas es muy gratificante. El proceso nos lleva menos de una semana.