Como venía diciendo uno decide empezar a lanzar botellitas al mar con mensajitos dentro. O a tirar semillas por todo tipo de terrenos. O a echar la caña de pescar en el océano.
Y casi nunca pasa nada. Hasta que pasa.
Me topo con una reseña de Altitud en vena en el Rincón del Librero, una sección de la revista Quercus para dar a conocer novedades literarias.
Resulta que ese libro es mío, y lo ponen por las nubes.
Entonces uno decide, instantáneamente, que va a seguir haciendo lo que le gusta. Lanzar botellitas al mar, sembrar secuoyas en el desierto, decirle a esa chica imposible que te gusta, tirar la caña al océano.