La construcción narrativa tiene varios
propósitos. Evadirnos y entretenernos puede ser uno de los que se nos ocurran intuitivamente.
Hay otro, sin embargo, que a mí me resulta mucho más atractivo, y es la
contribución del relato de los hechos a la paz mental. Somos animales en busca
de sentido.
Conseguir que una explicación capture y sintetice
parte de la confusa y ramificada realidad es esencial para entender
determinadas situaciones creadas por el zarandeo que nos produce la vida.
Esta faceta de la literatura no persigue
establecer una verdad, si no un relato coherente que hilvane los hechos
dispersos. De esta forma se entronca en lo que Nassim Nicholas Taleb denominó
la Falacia
Narrativa. >>seguir leyendo
Como punto de partida, una imagen me
resulta sumamente útil para ponerme a escribir. Veo un jarrón de la Dinastía
Ming que cae al suelo y se hace pedazos. Quedan esparcidos y tras el estruendo
y la angustia de los primeros instantes contemplo el alcance del desastre. Deben
quedar pocos jarrones de la Dinastía Ming. Todo el mundo conoce a alguien que
ha roto un jarrón de la Dinastía Ming.
La analogía es sencilla. El jarrón es mi
vida antes de ser padre. Los fragmentos la vida posterior. En medio el frenesí. >>seguir leyendo
Empecé a leer uno de los libros de la estantería reservada para las novedades literarias, el lugar que ocupan durante un tiempo antes de encontrar su posición definitiva de acuerdo al apellido del autor. Últimamente leo poco. Últimamente se refiere a los dos últimos años, casi la edad de Julia. La crianza se llevó por delante buenas costumbres, como el squash, el deporte en general, la lectura, el cine, el Clasijazz, el club de montaña…, en fin, que os voy a contar a los que ya habéis pasado por el trance o estáis en ello. >>seguir leyendo
El blog del escritor J.M. Valderrama donde podrás comprar sus libros Días de nada y rosas, Altitud en vena y Aquí Bahía.