Encontrar un buen peluquero no es fácil. No me refiero a estilismos. Alguien que sea fiable. Que no pregunte. Que te corte el pelo siempre de la misma manera. Y no te deje hecho un cristo.
A mí me llevó más de un año dar con uno en condiciones.
Me había trasladado de ciudad y estaba desorientado. Fui localizando los mercadonas, dónde jugar al squash y la única librería del lugar. Solo me quedaba el asunto de la peluquería para cerrar todos los asuntos esenciales.
Al principio retrasaba todo lo posible el corte y cuando volvía de visita a la gran ciudad iba a mi peluquero de cabecera. Pero esa estrategia no podía durar mucho. Mis visitas se espaciaban más y más y el pelo crecía al mismo ritmo. Con el calor me picaba la cabeza y no podía estar todo el día rascándome. Parecía un perro con pulgas.