Cruzamos el Guadiana en Badajoz. Y después abandonados la autopista que va hasta Lisboa. Por fin, tras seis o siete horas de conducción monótona, nos adentramos en el mundo rural portugués. Que es distinto del mundo rural español. Podríamos pensar que los portugueses son más cuidadosos con su entorno. Amantes de la tranquilidad. Que son menos horteras. Pero yo creo más en otras razones. No hay diferencias tan grandes en países limítrofes con una cultura parecida y un contexto socioeconómico parejo. No es que el sentido común haya resistido la presión del enriquecimiento a toda costa.