Salgo con la bolsa deportiva cargada con dos raquetas de precisión. Es una tarde soleada, pero el viento la convierte en desapacible. Por eso no tengo remordimientos de tener que coger el coche y tener que cruzar toda la ciudad. Porque no es día para estar junto al mar; los arenales agresivos. Aunque voy a jugar al squash llevo una ropa medio decente. Pantalones, una americana. Una camisa.
Soy consciente de que las botas de treking terminan por no encajar en el cuadro. Dicen los psicólogos que lo importante es ser consciente. Pues ala, yo ya he cumplido.